sábado, 16 de enero de 2016

Mi Bowie particular.

Solo te voy a pedir una cosa, que al menos una vez en la vida te tiñas de rubia. Y quien dice de rubia, puede ser ponerte una peluca o unas mallas ajustadas, raparte el pelo, pintarte un bigote o ponerte corbata, lo que para ti sea travestirse. Mira que nunca te he pedido nada, no soy de pedir o de decir lo que tienes que hacer, faltaría más, yo que siempre he intentado hacer lo que me ha dado la gana. Pero ahora que me voy es lo único que te pido. Si quieres hazlo como un acto psicomágico o como un juego. Pero hazlo. Te puede parecer superficial esto que te digo pero te aseguro que para nada lo es. La dimensión de profundidad que puede llevar el travestirse en esta sociedad tan encorsetada en la que vivimos es tremenda. Sé, que se me recordará por mi música y cine, pero por encima de todo espero que por la libertad de expresión, y por romper con los cánones establecidos. Y ya no hablo de un tinte para el pelo, sino de una actitud ante la vida. La música y el cine eran lo de menos, aunque estas artes tienen un valor emocional incalculable, pero podían haber sido otras, la literatura, la pintura, la danza, etc. La cuestión era gritar al mundo que somos esclavos de nosotros mismos y que por esta razón somos nosotras las que tenemos el poder de liberarnos. La vida es puro cambio y asumir esos cambios te hace más feliz. Si no te gusta algún cambio, cosa que nos suele pasar, vuelve a cambiar, hasta que encuentres el color que te guste. Imagínate la variedad que hay el la carta de colores, infinita. Estarás pensando que esto en teoría es muy fácil decirlo y que hacerlo es otro cantar, precisamente cantar. Por eso, lo único que te pido es que te travistas. Empecemos con lo fácil, con un acto así comenzaras a ver la capacidad que tienes para cambiar tu vida. Yo lo intenté como pude, no sé si mejor o peor, pero lo intenté. Y recuerda que me voy y que solo te pido una cosa en todo este tiempo que he estado aquí. ¡Travístete! Gracias, Bowie.